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De padre a hijo
Conoce la historia de Cícero, de 55 años, esposo de María, padre de Wagner, Ítalo y Maria Luana, amante del rock y el MPB, apasionado por pasar el tiempo libre en su granja y electricista en Neoenergia Pernambuco.
Además de heredar el apellido notarial «Ferreira de Melo» de su padre, Cicerón, de 55 años, también heredó el cargo que le dio un nuevo apellido: Neoenergia Pernambuco. Trabajó como electricista distribuidor durante 26 años, y la influencia en la elección de la profesión provino de la familia, que parece llevar la electricidad en su ADN: el padre y el tío se jubilaron como electricistas de la empresa distribuidora de Pernambuco. La profesión lo llevó a vivir en Pesqueira, Bom Conselho, Itaíba y Águas Belas, donde permanece hoy. «Conocí a mucha gente en los lugares a los que fui. Cuando todavía trabajaba como electricista por localidad para todas las operaciones municipales, el «Cícero da Neoenergia Pernambuco» tenía una gran demanda en los cuatro rincones de la ciudad. Así que me reunía con gente en los lugares más lejanos, con una «forma» de acercarme a los clientes y romper el mal humor con el que a veces nos reciben», afirma.
El electricista es un ejemplo de compromiso en el trabajo. Cuando llegan los días libres, el itinerario ya está delineado: el «Sítio Precião». «Le puse ese nombre porque necesita un poco de todo, excepto de piedra, porque tenemos mucho», explica entre risas. El pedacito de tierra de Cicerón es un paraíso lleno de curiosidades, como las piezas utilizadas en la decoración recogidas por él de la basura, que podrían valer mucho como objetos de colección. Allí escucha desde Led Zeppeling, The Purple y Scorpions hasta Chico Buarque y Gilberto Gil; lee revistas mientras está tumbado en la red y reúne a sus amigos para celebrar momentos de celebración. «Cuando era niña, solía ir a la granja de mi abuela a comprar leche para mis hermanos. Cuando vengo a la granja, esos recuerdos vuelven a mi memoria», recuerda.
El electricista es un ejemplo de compromiso en el trabajo. Cuando llegan los días libres, el itinerario ya está delineado: el «Sítio Precião». «Le puse ese nombre porque necesita un poco de todo, excepto de piedra, porque tenemos mucho», explica entre risas. El pedacito de tierra de Cicerón es un paraíso lleno de curiosidades, como las piezas utilizadas en la decoración recogidas por él de la basura, que podrían valer mucho como objetos de colección. Allí escucha desde Led Zeppeling, The Purple y Scorpions hasta Chico Buarque y Gilberto Gil; lee revistas mientras está tumbado en la red y reúne a sus amigos para celebrar momentos de celebración. «Cuando era niña, solía ir a la granja de mi abuela a comprar leche para mis hermanos. Cuando vengo a la granja, esos recuerdos vuelven a mi memoria», recuerda.
Cícero siempre es gracioso y destaca entre sus compañeros de trabajo porque es un profesional muy carismático. Pero no todo fue fácil en su vida personal: padre de tres hijos, en 1992 tuvo que afrontar la dura y trágica pérdida de su hija, Elis Gabriele, de tan solo tres años. «En un pueblo pequeño como Itaíba, había una intriga entre dos familias con mucho «ajuste de cuentas». Cuando yo, mi esposa y mi hija celebrábamos el domingo de carnaval en un club, un matón que quería matar a un enemigo llegó al lugar disparando. Lamentablemente, golpearon a mi hija», cuenta.
El dolor de la pérdida nunca se extinguió por completo, pero se logró superarlo con la certeza de que la amargura del sentimiento de venganza no es el camino. «Muchas personas solo recuerdan a Dios y a la policía en el momento de la asfixia. Ya tenía fe en Dios, esa fe aumentó y nos dio a mí y a mi familia fuerzas, además de tener tiempo, la mejor medicina para curar el dolor. Pensar en vengarse o insistir en culpar a las circunstancias no la devolverá y puede complicarlo aún más», concluye.
Cícero es el padre de Wagner Adonis, de 27 años, Ítalo Fagner, de 25, y Maria Luana, de 19, y ha sido el esposo de Maria Elivani durante 29 años.
El dolor de la pérdida nunca se extinguió por completo, pero se logró superarlo con la certeza de que la amargura del sentimiento de venganza no es el camino. «Muchas personas solo recuerdan a Dios y a la policía en el momento de la asfixia. Ya tenía fe en Dios, esa fe aumentó y nos dio a mí y a mi familia fuerzas, además de tener tiempo, la mejor medicina para curar el dolor. Pensar en vengarse o insistir en culpar a las circunstancias no la devolverá y puede complicarlo aún más», concluye.
Cícero es el padre de Wagner Adonis, de 27 años, Ítalo Fagner, de 25, y Maria Luana, de 19, y ha sido el esposo de Maria Elivani durante 29 años.
*Fuente de la fotografía: Léo Caldas